“Un agradable hotel de campo cargado de mil detalles”

    Nuestros anfitriones, Bart y Christophe, son dos jóvenes «sobradamente preparados» que hace algunos años vivían inmersos en la estresante rutina de la vida moderna en su Bélgica natal. Era la lucha diaria para alcanzar esa meta de éxito profesional que a todos nos intentan inculcar desde la infancia. No basta solo con intentarlo, hay que llegar a la cima de la profesión que hayamos elegido, como si nuestra vida fuera en ello. Sobra decir que son muy pocos los que lo consiguen ya que la mayoría nos vamos quedando en el camino sin saber a ciencia cierta si ese tipo de vida lleva realmente a la felicidad. Pero insistimos y además lo hacemos sin reflexionar sobre el porqué de esa batalla diaria que casi siempre resulta infructuosa. Así nos imaginamos que era la vida de Bart y Christophe hasta que un día frenaron en seco y decidieron cambiar por completo de meta. De Bélgica se fueron a Francia, de una gran ciudad se mudaron al campo y de una vida llena de estres y modernidades pasaron a tranquilas jornadas con la música de Beethoven como telón de fondo.

No cabe duda de que tuvieron suerte en encontrar este bello dominio de L’Isle Basse (www.islebasse.fr), que han reconvertido con todo lujo de detalle en un alojamiento rural de primera categoría con la peculiaridad de que ellos viven ahí y reciben a sus clientes como si fueran sus amigos de toda la vida. Porque si hay algo que caracteriza a Bart y Christophe es su gran generosidad. La finca tiene unas pocas hectáreas y ahí también visitamos la antigua mansión, completamente restaurada, con capacidad para cuatro o seis personas. La casa tiene una cocina moderna, su salón comedor y baño y se alquila por semanas. Es ideal para una familia o pequeño grupo.

El antiguo establo es el edificio principal, restaurado igualmente con gusto exquisito, y es ahí donde «se cuecen las ideas». Este es el hogar que Bart y Christophe comparten con sus invitados. En total cuatro habitaciones dobles con baño incorporado y dedicado, cada una de ellas, a sus cuatro abuelas.

La habitación más barroca es la de Albertina que nos invita a descansar con sus tonos blancos y rojos. Y ahí, sobre una cómoda está la antigua cristalería de la abuela, recordándonos en todo momento que este dormitorio es un homenaje a ella. Mucho más discreta es la estancia Elodie que nos transporta al mundo de la naturaleza y donde la vieja librería ocupa un lugar principal. La habitación Leona nos lleva a un universo entre el gris y el azul, al igual que su vestido que forma parte de la decoración del dormitorio. El mundo de Zoë es blanco y aquí la antigua estantería de su viejo café es ahora un cabecero de cama. Cuatro habitaciones dobles, como decimos, cada una con su estilo y personalidad. 

La estancia incluye alojamiento y desayuno con pan y bollos recién horneados, bajo reserva, también se puede cenar al estilo gourmet por un poco más. Un aperitivo con champagne, primero y segundo plato, y un postre, todo ello regado con buenos vinos franceses, conforman el menú. Bart es el cocinero y prepara minuciosamente todos los platos a base de productos regionales a los que da su toque particular. Si el tiempo lo permite la cena se sirve al aire libre y si no en el interior, en un confortable comedor, bajo las magníficas lámparas de cristal, tipo araña, en un entorno privilegiado para degustar las especialidades de la casa.

Guía Viajera:

Para llegar a este bonito hotel se recomienda tomar la Autopista A-20 o E-6 desde Toulouse o desde Cahors, hasta llegar a Fontanes. Una vez allí habrá que preguntar ya que Domaine de L´Isle Basse se encuentra en las afueras de esta población.

  

Texto: Elisabeth Norell Pejner

Fotos: Rafael Calvete Álvarez de Estrada