Los castillos del desierto en Jordania son aproximadamente  una veintena de palacetes, caravasares y otros tipos de construcciones que hay en la zona que se encuentran al este de la ciudad de Ammán, en el camino hacia la frontera con Irak. Muchos de estos castillos, o qasr, están en estado bastante ruinoso aunque se han ido restaurando poco a poco en los últimos tiempos.

La historia de estas edificacionesse remonta a la época de los primeros siglos de la existencia de la religión musulmana en la que en estas tierras reinaba la dinastía omeya. Los gobernantes beduinos construyeron estos castillos que servían entre otras cosas como paradas en las rutas de peregrinación a la Meca, y en las rutas de comercio entre Baghdad y Damasco. En la actualidad existen más de una veintena de castillos en esta parte del desierto jordano, algunos tan impresionantes que merecen la pena cuando se visita este hermoso país.

El nombre de cada uno de ellos castillos se puede escribir de varias formas distintas por eso en cada castillo se mencionan algunos de sus nombres. La mayoría de estos castillos han sido reconstruidos aunque otros de hayan perdido a día de hoy parte de su encanto de antaño, pero siguen mereciendo la pena visitarlos.

Los castillos del desierto en Jordania engloban aproximadamente una veintena, entre palacios, caravasares y hammanes que se utilizaron mayormente para la defensa de la zona al este y sur de Ammán. Todos ellos fueron construidos entre los siglos VII y VIII bajo la dinastía omeya que estableció la capital en Damasco en el año 661.

El término qasr que se coloca al inicio de cada nombre se refiere a una obra fortificada. En español al-qasr se traduce como castillo o alcázar, aunque en oriente se usa al revés qasr al. En árabe el término qasr denomina una residencia dónde el soberano vive fuera de la ciudad.

La verdadera función de estas construcciones no se ha determinado aún. Se cree que pudieron ser palacios fortificados donde los ricos soberanos pasaban buena parte de su tiempo de ocio, aunque también podían haber sido un lugar de encuentro de beduinos, pabellones de descanso, albergues o refugios de caravanas de camellos…Resulta curioso porque muchos se encuentran ahora como en medio de la nada, en mitad de un desierto. Conviene recordar que la mayoría de estos castillos cierran a las 4:00 p.m.

Los más populares son Qasr al-Hallabat, Qasr Kharana, Qusair Amra, Qasr Al Zraq y Qasr Hammam As-Sarah. Algo menos populares el Qasr al-Qastal, Qasr al-Muwaqqar, Qusair Mushatta y Qasr Tuba. Lo más fácil para poder visitarlos es apuntarse a un tour organizado o alquilar un coche en Amman y dirigirse a cada uno de ellos a tu aire ya que no están muy alejados de la capital y la carretera está en bastante buen estado. Además, en Jordania la gente no conducen mal del todo.

En nuestra visita a Jordania pudimos visitar cuatro de ellos, y el castillo al-Kharana fue el primero. Este castillo, también llamado Qasr al Harrana, Qasr al-Jarana, Kharanah, Kharaneh o Hraneh, y es uno de los principales de esta parte del desierto jordano. Al parecer, los omeyas lo construyeron con forma de cubo en el siglo VII y VIII A.C. No cumple con ningún requisito de un castillo tradicional como los que estamos acostumbraos a visitar en Europa ya que, por ejemplo, tiene sus torres demasiado bajas y no se sabe exactamente por qué lo construyeron tan lejos de las rutas comerciales, aunque viendo sus dependencias se podría pensar que probablemente se utilizaba para el descanso de las caravanas de aquellas épocas.

Otro castillo que visitamos seguidamente fue Al-Azraq que está dividido en dos. En una zona puedes visitar el humedal y en la otra el propio castillo. Entre las dos partes hay apenas 6 kilómetros de distancia. El castillo fue construido por los nabateos para proteger el humedal que hemos mencionado, aunque su aspecto actual se lo dieron los mamelucos en 1237. Está construido íntegramente en piedra balística negra, y no se usó nada de madera en su construcción por no ser un recurso natural fácil de encontrar en la zona. Así pues, todos los techos y puertas, en vez de ser de madera o tener una estructura de ese material, son de piedra. La puerta de entrada al castillo pesa más de una tonelada, pero se puede abrir y cerrar de forma fácil gracias al aceite de palma que se vierte en sus bisagras.

La otra parte de este castillo es la Reserva de los Humedales de Al-Azraq, y era un oasis punto de parada para las caravanas comerciales con camellos, y para las aves migratorias que llegaban de todos los rincones de Europa y África.

El pueblo que hay junto a este oasis creció gracias al agua, pero a mediados del siglo XX empezaron a bombear agua para abastecer a Ammán, y en 1992 el humedal se secó. Todos los búfalos de agua que vivían aquí murieron y las aves empezaron a parar en el vecino mar de Galilea. Actualmente se aporta agua al humedal para que no muera totalmente, pero con el aporte artificial de agua solo se puede mantener un 10% de su caudal.

Como curiosidad solo decir que Lawerence de Arabia vivió aquí entre los años 1917 y 1918 durante la Rebelión Árabe. También pudimos visitar la habitación donde vivió el famoso militar inglés en aquel tiempo, que está justo encima de la gran puerta de acceso al castillo. En el interior del mismo, en el centro del patio, hay además una pequeña mezquita de la época omeya.

Los otros dos castillos que pudimos visitar en el recorrido fueron el Qasr Amra con sus famosos frescos pintados por varias de sus paredes y que es Patrimonio Mundial por la UNESCO, y el Qasr al- Hallabat donde originariamente había un fuerte romano, construido en el siglo II de nuestra era sobre un antiguo establecimiento nabateo.

En cuanto al primero decir que una vez que se accede al interior de ese edificio de triple bóveda no nos vamos a creer lo que estamos viendo. El interior está cubierto por completo con hermosos frescos representando varias escenas, las cuales son bellas expresiones del arte islámico. Podremos contemplar algunos frescos con temas de animales, mujeres desnudas y gente comiendo y bebiendo. Su salón principal es el más grande y desde ahí podremos acceder a otras habitaciones incluidos los baños. En algunas de ellas también encontramos pinturas debido a que se creía que ayudaban a revitalizar al cuerpo. Fue construido a principios de siglo VIII, en algún momento entre 723 y 743, por Walid Ibn Yazid, el futuro califa omeya Walid II, en la época de expansión de la dominación islámica en esta región.

En cuanto al Qasr al-Hallabat solo decir que se trata de un antiguo palacio construido en basalto negro y caliza con una torre en cada esquina. Al oeste se ven los restos de un recinto amurallado, probablemente para la agricultura, y parece ser que en el año 749 d.C. el lugar fue completamente destruido y abandonado.

Como digo, todos ellos son magníficos, por lo que se lo recomiendo a todo el mundo que visite este hermoso país, o cuando se encuentren de paso por Amman, la capital de Jordania.

Texto y Fotos: Rafael Calvete Alvarez de Estrada