La ciudad de Buenos Aires es una metrópoli que estalla ante el visitante, sobre todo, por la magnitud de su tamaño, ya que concentra la extraña convivencia de su música: el tango tradicional o el Rock & Roll, con varias generaciones, junto a literatura y gastronomía. Pero también reina en esta urbe una mezcla de nostalgia a la europea, y un sentir latino que seduce al visitante, sobre todo, cuando la visita por primera vez y pasea por algunos de sus barrios más populares, como es el barrio de La Boca.

Y, aunque son muchos los adjetivos que admite este pequeño rincón de la capital bonaerense, de corte porteño, posiblemente sea uno sólo, el de “Piccola Italia”, el nombre con el que mejor se le identifica al famoso lugar. Adentrarse en él, uno de los más pintorescos de la ciudad, así como caminar por sus pequeñas e intrincadas calles, siempre repletas de vendedores ambulantes y músicos, es una experiencia que no debemos dejar de tener cuando la visitemos.

El pintoresco barrio de La Boca, situado muy cerca de la zona portuaria, y al que el genial artista Benito Quinquela Martín supo inmortalizar en sus telas cubriéndolas por todos sus rincones, es sorprendente y merece toda la admiración de quien lo visita. Pasear por sus calles, al tiempo que escuchamos esa pegadiza música de tango, nos hará volver al pasado, ya que aquí todavía se respira el legado que los inmigrantes europeos dejaron tiempo atrás. Aquellos hombres y mujeres que hasta este lugar llegaron con el único propósito de comenzar una vida nueva, a poder ser, mejor que la que tenían en sus tierras de origen. Los primeros inmigrantes que llegaron a este lugar construyeron casas de chapas de metal acanaladas, montadas muchas veces sobre pilotes o cimientos altos debido a las frecuentes inundaciones, y pintadas con colores brillantes, lo mismo que existía en uno de los barrios portuarios de la ciudad italiana de Génova.

 Cerca de lo que aquí se conoce como el Riachuelo, estos inmigrantes establecieron sus casas de chapa, la mayoría eran italianos. Un barrio que todavía conserva calles de adoquines, como se puede ver en la famosa Caminito, ahora convertida en un paseo peatonal con casas y tiendas pintadas de vivos colores, muchas de ellas con la ropa tendida al sol en las ventanas y pequeños balcones. Donde es posible ver a jóvenes y viejos intérpretes vestidos de “guapos” que acompañados por la música de una guitarra cantan temas que en su día popularizara Carlos Gardel, aquel al que los argentinos llamaban “el zorzal” de la canción criolla.

  Pero, este barrio, el que también vio nacer a Maradona, y que mucho antes había levantado otra gran pasión en todo Argentina: la creación del club de fútbol Boca Juniors y de su estadio apodado “la Bombonera”, cuyos colores azul y oro todavía hacen vibrar a los aficionados bonaerenses,  aun cuenta con bares, restaurantes y cantinas en donde se puede probar algún que otro plato de la típica cocina italiana.

La vecindad del Riachuelo, hoy día uno de los cursos de agua más contaminados del planeta, impregna a este lugar de un olor particular. Sin embargo, es uno de los sectores de la ciudad más visitados por los turistas por estar muy vinculado a la mitología del tango. La Vuelta de Rocha, donde el Riachuelo hace una amplia curva, es de los lugares más característicos. Lo mismo que Caminito, una callejuela inmortalizada por el tango que Juan de Dios compuso para uso y disfrute de todos. Porque La Boca, en donde además se venden pinturas, souvenirs y artesanías, y los domingos hay parejas de tango que bailan sobre ese suelo empedrado que invade la calle, es único. Muy cerca de aquí, Riachuelo muestra un paisaje de barcos abandonados, el esqueleto de un antiguo puente de hierro y las siluetas de silos y edificaciones industriales que hay en la otra orilla. Se trata de un paisaje áspero, sólo mitigado por el colorido de las casas de La Boca.

 La historia de esta ciudad también nos recuerda que Pedro de Mendoza, el conquistador español del Río de la Plata y fundador de Buenos Aires, pertenecía a la familia aristocrática castellana de los Mendoza, titulares del Ducado del Infantado. Como paje de cámara del rey Carlos I de España,  llevó una vida cortesana y también guerrera. Por capitulaciones de 1534, el rey le puso al frente de una expedición destinada a penetrar en el interior de Sudamérica desde sus costas orientales, adelantándose a los portugueses en la carrera por alcanzar las fabulosas riquezas de las que hablaban las leyendas indígenas (referentes, sin duda, al imperio incaico). El mismo Mendoza financió la expedición, obteniendo a cambio amplios poderes de conquista y colonización como adelantado, gobernador y capitán general de un extenso territorio. Partió de Sanlúcar de Barrameda con 13 navíos en 1535, y en 1536 fundó en el estuario del río de la Plata la ciudad de Nuestra Señora del Buen Aire (origen de la actual Buenos Aires), a la que dio ese nombre en honor de una virgen patrona de los marineros de Cerdeña. Entonces comenzaron sus dificultades: enfermo de sífilis y hubo de hacer frente a los ataques indígenas y al hambre, mientras se esfumaban sus esperanzas de encontrar la «Sierra de la Plata» o el «Rey blanco» de los relatos míticos. Al agravarse su enfermedad decidió regresar a España, completamente arruinado, dejando que fuera su alguacil mayor, Juan de Ayolas, el que continuara la expedición remontando el curso de los ríos Paraná, Paraguay y Pilcomayo. Mendoza murió durante la travesía del Atlántico. Otro de los lugares que merece la pena conocer es Puerto Madero, el barrio más joven de Buenos Aires. Su ubicación cercana al centro de la ciudad, lo extenso de su área, y su vista al río, hacen de este barrio uno de los más exclusivos de la capital bonaerense.

El barrio debe su nombre a Eduardo Madero, un ingeniero y comerciante argentino del siglo XIX que presentó tres proyectos del mencionado puerto, el último de los cuales fue aprobado por el entonces presidente de la nación Julio Argentino Roca, en 1882. Hoy día, este ingeniero es recordado, principalmente, por ser el promotor del proyecto para el Puerto de Buenos Aires que lleva su apellido. También hubo otro personaje que supo darle vida a este lugar, al menos como el mayor exponente artístico del barrio, nos referimos a Benito Quintela Martín, que reflejó las tareas del puerto y la vida cotidiana de su gente en sus pinturas de estilo neoimpresionísta. San Telmo es otra de las zonas mejor conservadas dentro de la siempre cambiante Buenos Aires, y se caracteriza por sus caserones coloniales y sus calles, muchas de las cuales aún están empedradas con adoquines. Entre las atracciones que se pueden visitar en este barrio, se encuentran numerosas iglesias antiguas (como la de San Pedro Telmo), museos, tiendas de antigüedades y una feria semipermanente de antigüedades Feria de San Telmo en la plaza principal, mas conocida como Plaza Borrego. Aquí también se realizan actividades relacionadas con el tango, destinadas tanto a los habitantes locales como a los numerosos turistas que visitan la zona.

La ciudad de Buenos Aires está ubicada frente al río de la Plata , ocupa una superficie de 200 km² y está compuesta por 47 barrios. Es relativamente fácil moverse por la ciudad ya que está distribuida en bloques o manzanas, con avenidas y calles identificadas con nombres de personalidades de la historia política, bélica y cultural del país y del mundo entero, así como de lugares y fechas representativas. La zona financiera de la ciudad, comúnmente referida como «La City» o «Microcentro», se ubica entre las Avenidas Córdoba y la de Mayo, y entre la Avenida 9 de Julio y la Avenida Paseo Colón; mientras que las zonas más turísticas de la ciudad se encuentran en los barrios cercanos al centro. La mayoría de los «Porteños» se identifican con el barrio donde vivieron casi toda su vida. No es muy frecuente que los extranjeros que visitan esta ciudad paseen por alguno de ellos, aunque en varios es donde se concentran la mayor cantidad de atracciones turísticas, como es el caso de Recoleta, Palermo, la Boca, San Telmo y Puerto Madero.

Una de las atracciones más interesantes de Buenos Aires es su arquitectura, de estilo colonial, renacentista, barroco, neoclásico, Art Nouveau, Art Deco, moderno, internacional. En resumen que Buenos Aires es una ciudad con estilo. Todos estos estilos unidos reflejan la influencia de los españoles, franceses e italianos tanto en sus edificios como en sus parques. Además, la ciudad cuenta con amplias avenidas, mansiones, extensos espacios  verdes, cientos de esculturas y una gran cantidad de iglesias; todo integrado entre casas, bloques de oficinas y rascacielos modernos.

Texto y Fotos: Rafael Calvete Álvarez de Estrada